INFARTO
AGUDO AL MIOCARDIO
El infarto agudo al miocardio, frecuentemente abreviado como IAM IMA, conocido
en el uso coloquial como ataque al
corazón, ataque cardíaco
o infarto, hace referencia a un
riego sanguíneo insuficiente, con daño tisular, en una parte del corazón,
producido por una obstrucción en una de las arterias coronarias, frecuentemente por ruptura de una placa de ateroma vulnerable. La isquemia o suministro deficiente de
oxígeno que resulta de tal
obstrucción produce la angina de pecho, que si se recanaliza precozmente no produce muerte del tejido
cardíaco, mientras que si se mantiene esta anoxia se produce la lesión del miocardio y finalmente la necrosis; es decir, el infarto.
El IAM es en nuestros días una
de las patologías más relevantes tanto en términos de mortalidad como de
pérdida de calidad de vida; siendo la causa principal de muerte tanto en los
hombres como mujeres.
El infarto de
miocardio es la presentación más frecuente de la cardiopatía isquémica. La OMS estimó que en el año
2002, el 12,6% de las muertes a nivel mundial se debieron a una
cardiopatía isquémica, que es la principal causa de muerte en países
desarrollados y la tercera causa de muerte en países en vías de desarrollo,
después del SIDA e infecciones respiratorias bajas.
En países
desarrollados como Estados Unidos y España, las muertes por cardiopatías son más numerosas
que la mortalidad por cáncer. Las coronariopatías causan una de cada cinco muertes en los Estados Unidos y donde
más de un millón de personas sufren un ataque coronario cada año, de las cuales
un 40% morirá como consecuencia del infarto. De modo que un estadounidense
morirá cada minuto de un evento coronario patológico.
En India la enfermedad
cardiovascular es la principal causa de muerte. En este país un
tercio de las muertes durante el año 2007 se debieron a una
enfermedad cardiovascular, cifra que se espera aumentará de un millón en 1990 y 1,6 millones en 2000; a dos millones para
el año 2010.
Hablando
de Nicaragua e IAM representó un 23% de las defunciones en 1996 y representó un
26% en el 2004; esto logró ser una de las principal causa de mortalidad, con
una tasa de 76.9/100 en 1996 y un 71.4/100 en el 2004 (68.1 en mujeres;
74.7 en
hombres).
El estilo
de vida “rápida” con el que ahora convivimos es lo que ha predispuesto el
rápido aumento de esta enfermedad. Los factores de riesgo en la aparición de un
infarto de miocardio se fundamentan en los factores de riesgo de la arteriosclerosis, e incluyen, entre otros:
·
Menopausia.
·
Obesidad definido como un índice de masa corporal mayor de 30 kg/m², la circunferencia abdominal o por el índice cintura/cadera.
·
Antecedentes Familiares.
·
Sedentarismo.
·
Alcoholismo.
·
Anticonceptivos Orales.
De estos factores hay tanto
modificables, como no modificables. Los factores de riesgo no modificables
incluyen la edad, el sexo, los antecedentes familiares y otros factores de
predisposición genéticos. Muchos de los factores de riesgo cardíacos son
modificables, de modo que muchos ataques del corazón pueden ser prevenidos al
mantener un estilo de vida más saludable. La actividad física, por ejemplo, se
asocia con riesgos más bajos.
Las manifestaciones clínicas más frecuentes son:
·
Dolor torácico: el dolor coronario clásico se ha descrito como un
dolor opresivo, precordial, intenso, continuo, de varios minutos de duración,
propagado a cuello, mandíbula o miembros inferiores. Sin embargo en ocasiones
puede presentarse dolor epigástrico no propagado o, en algunos pacientes como
ancianos y diabéticos, ser asintomático.
·
Respiración:
según el compromiso del infarto puede presentarse taquipnea, polipnea o
respiración normal. En el caso de compromiso de la función de bomba del
ventrículo izquierdo se puede presentar congestión venosa pulmonar, aumento de
la presión capilar pulmonar y arterial pulmonar, lo que se traduce en edema
pulmonar cardiogénico con severas repercusiones sobre la oxigenación del
paciente.
·
Edema:
cuando se compromete la función de bomba del ventrículo derecho, ya sea de
forma primaria o secundario a compromiso del ventrículo izquierdo, se puede
observar distensión venosa yugular, distensión abdominal, hepatomegalia, edema
de miembros inferiores o lumbar.
·
Características de la piel: cuando se encuentra el paciente con hipoperfusión
y activación del sistema simpático se encontrará la piel fría y pálida.
·
Otros signos y síntomas: mareo, síncope, diaforesis, náusea, sensación
general de angustia, ansiedad o muerte inminente.
De presentarse estos síntomas
se debe acudir al doctor y de haberse presentado el IAM o estar en riesgo de
padecerlo se deberá de cambiar el estilo de vida.
La prevención adecuada
permite disminuir el riesgo de IAM y si ya se ha sufrido este con las intervenciones
adecuadas se puede mejorar la supervivencia y la calidad de vida, disminuir las
recurrencias y evitar las complicaciones en el paciente con enfermedad
coronaria.
Así algunas intervenciones pueden
ser:
·
Una
dieta baja en grasas saturadas
·
Si
existe hipertensión deben reducir la ingesta de sal lo máximo posible.
·
Disminución
de sobrepeso en el caso de que exista.
·
Es
recomendable la realización de actividad física de intensidad moderada, como
mínimo durante 30 minutos, 4 días a la semana e idealmente de forma diaria.
Dicha actividad se puede realizar durante el periodo laboral o en momentos de
ocio.
·
Supresión
absoluta de tabaco.
La ingesta de cantidades
moderadas de alcohol tienen un efecto protector sobre la enfermedad coronaria.
Es recomendable realizar intervenciones breves para reducir el consumo de
alcohol en los casos de consumo excesiv
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